Debido al cine, las vampiresas se conocen como aquellas mujeres que expresan, sin pudor, sus pulsiones eróticas tomando la iniciativa de la seducción. Se caracterizan por sus movimientos felinos y por su rostro ambivalente que les permiten mostrarse como ángeles o demonios. Su imperfecta belleza las hace poseedoras de una mirada hipnótica con la que consiguen privar a su víctima de toda razón. La ambigüedad es otro de sus rasgos más característicos: la perversa es generosa y pérfida, fácil e inalcanzable, llegándola a poseer quien se convierte en su esclavo. Y, a pesar de su apariencia frígida, con ella el placer es infinito, es ella quien marca las pautas en la relación. Cuando el enamorado se declara, se muestra indiferente, pero una vez rota la relación, ella vuelve a atraerlo para seguir jugando con él.